LA HIDRATACIÓN: Implemento para la vida
El agua es fuente de vida y es esencial para la hidratación del cuerpo.
Es el hidratante por excelencia; el más sano y el más natural. Por lo
que una buena hidratación es importante para nuestra salud física y
mental.
Nuestro cerebro se compone de un 90% de agua, la sangre de un 83%, la
masa muscular de un 75% y los huesos de un 22%, así que podemos afirmar
que el agua es uno de los principales componentes del cuerpo humano.
Consejos
- Beber abundante agua: Ya hemos visto que el cuerpo humano está principalmente compuesto de agua, que pierde fácilmente con el sudor, la orina… Por ello tenemos que reponerla para mantenernos hidratados y en buena forma. La cantidad que deberíamos consumir de agua para el buen funcionamiento del organismo sería un mínimo de dos litros de agua diarios.
- Tomar variedad de bebidas: además de agua, beber infusiones, refrescos, zumos, lácteos, bebidas vegetales, etc. En la variedad está el gusto.
- Consumir alimentos con agua. Beber agua no es la única forma de hidratarnos. ¡También se bebe y se come! Podemos proveer agua a nuestro cuerpo a través de frutas y vegetales.
- Evitar el alcohol. Las bebidas alcohólicas causan deshidratación ya que tienen efecto diurético.
- Evitar la cafeína. También el consumo de café, té y refrescos puede resecar el organismo.
- Evitar la sal. A parte de provocar mucha sed, un exceso de sal puede provocar hipertensión y problemas cardíacos.
Beneficios:
- Mantener la salud.
- Es muy importante sobre todo para quienes realizan una actividad física.
- Evitar lesiones.
- Para que las funciones vitales se realicen correctamente.
- Para no sufrir una deshidratación o golpe de calor.
- Evitar la retención de líquidos.
- Diluir mejor las sales minerales, que el cuerpo absorbe más fácilmente.
- Mejorar la circulación sanguínea.
- Proveer al cuerpo de los minerales y oligoelementos necesarios.
Perjuicios:
- No oxigenamos los órganos de forma correcta.
- El cuerpo se agota y perdemos niveles de fuerza y resistencia muscular.
- Perturbamos el correcto funcionamiento del organismo.
- Perdemos apetito.
- Notamos malestar corporal así como fatiga.
- Nos cuesta concentrarnos.
- Sufrimos somnolencia.
- Tenemos mayor riesgo de caídas.
- Somos más propensos a infecciones del tracto urinario.
- Aparecen enfermedades dentales.
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